-Mamá...
-No me escuchó- Mama... -Carraspeé y pasó de mi culo- ¡Mamá!
-Grité-
Pareció
que me escuchó ya que se giró y me miró. Sonrió y se acercó
hacia mi.
-¿Como
estás?
-Bien,
supongo. -Arrugué el ceño- ¿A que se debe tanta felicidad?
-A
nada. -Sonrió- Simplemente este mes Cosmopolitan y algunas revistas
más quieren que le hagamos unas cuantas sesiones a sus modelos. ¿No
es realmente genial? -Dijo eufórica- Ohh... creo que tienes que
contarme algo. -Se puso seria rápidamente. ¿Quien la entendía?-
Como pasaste tu cumpleaños? A penas hemos podido hablar -Rodé los
ojos-
-Si
no trabajases tanto, tendrías un poco de tiempo libre para tu hija.
-No
seas así Blanch. -Era ella la única que me llamaba así. En fin,
cosas de la vida-
-¡Mamá!
-Grité- no me llames así
-No
hay quien te entienda.
-¿Como
van las cosas con Alex? -Cambió de tema radicalmente-
-Bien,
porque?
-Le
quieres?
-Si
-Bien,
entonces porque nos presentaste al chico ese rubio? Hay que decir que
es muy majo, pero algo no encaja bien.
-Es
algo complicado Ma. Él quería saber más de mi y pues aproveché y
le presenté a mi familia, aunque no debí de haberlo echo.
-Entonces,
cuéntame. Hace mucho que no tenemos una conversación madre e hija.
-Eso
es porque nunca estás en casa. -Repetí y me crucé de brazos-
-Ya
sabes que tengo mucho trabajo, amor. -Volvió a repetir. Siempre era
lo mismo-
-Si,
ya... Tanto tu como papá tenéis mucho trabajo. -Me bajé del
mármol- Sigue haciendo tus cupcakes. Yo me largo.
-¡Blanca
María Suárez Pope, quieres hacer el favor de sentarte y
explicarme de una maldita vez que es lo que pasa por tu cabeza? -Rodé
los ojos y suspiré-
-Está
bien, pero nunca vuelvas a llamarme así... ¡Por dios! Que nombre
más feo -Suspiré-
-No
es para tanto. Venga, dime... ¿Que es lo que pasa entre ese chico y
tu?
Resignada
suspiré. Le conté todo lo que pasó en mi cumpleaños hasta ahora
saltándome los detalles de Álvaro.
-Oh,
rentiendo, realmente es jodido eso de ser rica.
-No
me digas.... -Notese la ironía- Con eso no ayudas nada Ma.
-Ya,
pero que quieres que le haga... no voy a donar el dinero y que
nosotros vayamos a vivir debajo de un puente solo porque el rubio
piense eso de ti. Sinceramente, él se lo pierde. Eres única Blanch,
y eso es lo único que tendrían que importarles...
-Pero
que mamá -Solté un suspiro-
-Haz
lo que te dicte el corazón. -Soltó de repente- Si tu crees que es
mejor hacer lo que estás haciendo, hazlo. Se que eres una chica muy
lista y que sabes defenderte sola, pero no quiero que salgas
lastimada.
-Lo
sé, por eso tengo miedo... -Mis ojos se aguaron- Y si solo se
acercan a mi para tener más fama?
-Enserio
dices eso? Tu crees que ellos hubieran aceptado ir a un cumpleaños,
el cual están realmente prohibido que haya fotógrafos, periodistas
y todo ese tipo de incórdios, solo porque quieren fama? Crees
realmente eso? Tan infravalorada te tienes? Por favor hija, eres
hermosa y sabes hablar con la gente y les cautivas. No tienes porque
tener miedo.
-Lo
se mamá. Gracias por escucharme. -La abracé-
-De
nada. Para eso estamos las madres. -Sonrió- ¿Te apetece ayudarme
con los cupcakes o estás muy cansada? -Levantó las cejas-
-¡Mamá!
-Rodé los ojos-
Después
de estarnos tres horas, con exageración, haciendo los cupcakes, me
fui a ver la tele. Estaba agotada. La charla con mamá me había echo
tener buen humor. Hacía mucho que no hablaba así con mi madre, ya
que ella siempre trabajaba o estaba de viaje.
Miré
la hora, casi eran las dos. Dodo empezó a hacer la comida y yo con
mucho gusto la ayudé. Preparé la mesa una vez la comida estaba
lista. Dodo fue a llamar a mi madre para que viniera a comer. Ambas
nos sentamos sin decir nada, comimos en silencio, como de costumbre.
Recogí mis platos ante la mirada de desaprobación de mi madre y
subí rápidamente a mi habitación. Ya eran casi las tres, así que
solo tenía una hora para prepararme y salir corriendo a clases de
danza.
Agarré
mi maillot, mis zapatillas, los calentadores y todo lo que necesitaba
para ducharme, lo metí todo en una bolsa de deporte, me vestí y me
fui. Tenía que ir hasta el centro del pueblo y básicamente no es
que me quedase muy cerca. Enchufé los auriculares en mi móvil y ya
todo se hacía menos aburrido.
Cuando
llegué, abrí la puerta y saludé a la chica que estaba en
recepción. Me dirigí a los vestuarios y me puse las medias y el
maillot, junto con las zapatillas de ballet.
Si,
vale. El ballet era mi pasión, mi hobby de cada día. Me hice un
moño para que el pelo no me molestase en la cara y entré en la
salita.
-Hola
B. -Dijo Sandra, la profesora-
-Hola
Sandra -Sonreí-
-Como
siempre, vienes temprano.
-Sabes
que si -Reí-
-¿Quieres
empezar mientras las demás no llegan?
-Me
encantaría.
Sandra
encendió la música y se dirigió hacia el medio de la pista. Me
observo desde el espejo y sonreí. Me coloqué a su lado y dejé que
la música fluyera, que los pasos salieran automáticamente solos.
Talón,
punta, talón, giro, levanta la pierna, bájala, alza el cuerpo. Paso
tras paso, salía solo al ritmo de la música. Ambas íbamos
coordinadas y se podía decir que lucíamos una sonrisa magnífica. A
ambas nos apasionaba el ballet, la danza, el baile, como le queráis
llamar.
Habíamos
acabado de bailar, para cuando las demás chicas habían aparecido en
la sala. Le di un trago a mi botella de agua y sequé el sudor que
caía por mi frente.
-Chicas,
sentaros un momento. -Dijo Sandra- Como ya sabéis, cada año hacemos
el festival de bienvenido verano y este año no será menos. Este año
queremos hacer que sea especial, ya que habrá gente de demás
escuelas que bailarán a parte de vosotras. -Sonrió- Cada grupo
tendréis seleccionadas cuatro canciones y estaréis intercaladas con
los demás grupos. ¿De acuerdo? -Todas asentimos- Bien. Una de las
canciones que tenemos seleccionadas es Herbert Grönemeyer de Demo
y como siempre, solo la melodía. -Sonrió- Así que chicas, a hacer
el baile.
Sandra
puso la música y las chicas empezaron a sacar ideas. Realmente
quedaba bien.
-Bien,
entonces, ponemos la música desde el principio y ensayamos. Cinco,
seis, siete y... -Puso la música de nuevo-
Teníamos
que empezar desde el suelo, encogidas e ir poco a poco “despertando”
acariciando el suelo y levantándonos lentamente. (Video de arriba).
Estirar el brazo derecho, dar un paso adelante, un paso atrás, mover
el brazo con elegancia. Cuando más o menos teníamos el baile echo y
pillado, ensayamos una y otra vez. Hasta que logramos aprenderlo. Nos
costó, pero lo teníamos. Realmente divino.
Todas
se dirigieron a los vestuarios, incluida yo. Hasta que una mano me
frenó.
-Lira
-Dijo Sandra- Necesito que me suplas en las clases con las niñas.
-¿Porqué?
¿Que pasa? -Dije con preocupación-
-Oh,
no te preocupes, lo que pasa es que... verás... -Sus colores se
concentraron en sus mejillas- Mi novio acaba de llegar de Alemania y
como verás, tengo que ir a buscarlo. Prometo pagarte el día de hoy.
-Tranquila
San. -Sonreí- Sabes que me encanta enseñarle a las pequeñas. Y no
tienes porqué pagarme nada.
-Eres
mi salvación pequeña Lira.
-Algún
día me tendrás que contar, el porqué de llamarme Lira.
-Oh,
fácil -Soltó una carcajada- Como odias que te llamen por tu nombre
y yo me niego a llamarte por una letra, decidí ponerte un nombre -Me
guiñó el ojo- Tengo que irme. Gracias. -Besó mi mejilla-
-De
nada San, para eso estamos.
Fui
a por mi móvil, tenía que avisar a Álvaro que saldría tarde.
“Aquí
te mando la dirección, pero hasta dentro de una hora aproximadamente
no salgo de clases. Tengo que entrenar a las pequeñas, espero que la
espera merezca la pena. Besos”
“Tranquila,
allí estaré. Un beso para ti”
Guardé
el móvil en su sitio y salí directa a la sala donde ya,
deberían estar las pequeñas bailarinas. Efectivamente, estaban
todas sentadas en el suelo. Cuando entré, todas empezaron montar
alboroto porque estaba allí. Como quería a mis pequeñas
bailarinas.
-Bien
pequeñas bailarinas. -Dije mientras me ponía en frente de ellas-
¿Que toca hacer hoy?
-Toca
ir a las barras.
-Pues
todas a las barras.
Salieron
corriendo a colocarse en sus respectivos sitios. Me coloqué detrás
de una pequeña, que para mi gusto, me la comía.
-Bien
chicas, ya sabéis lo que tenéis que hacer. Levantamos el brazo.
-Miré al espejo para asegurarme de que todas seguían mis
movimientos- Y ya sabéis, lo bajáis con elegancia, rozáis el suelo
con los dedos y volvéis a levantar hasta arriba, sin dejar la
elegancia de lado. -No apartaba la mirada del espejo, todas parecían
seguirme- Bien, después, el pie derecho hacia delante, y el
izquierdo de puntilla. Talón, punta, talón punta. -Me separé de la
barra y las miré- Así me gusta pequeñas bailarinas.
Me
fije en la niña que hacía poco estaba delante mío. Podía ver que
estaba asustada e insegura. Cuando tenía que ponerse de punta, no lo
lograba y veía como poco a poco se ponía triste. Arrugué el ceño
y me acerque a ella.
-¿Que
pasa pequeña? ¿No te sale? -Ella me miró y negó con la cabeza-
Bueno, para eso estás aquí. -Sonreí- ¿Quieres que te ayude? -La
pequeña asintió- Es fácil cariño, al principio siempre cuesta...
ponte de puntillas. -Dije mientras le sujetaba de la cadera. Ella me
obedeció- Bien, poco a poco, vete levantando hasta que quedes
apoyada en tus dedos. -Ayudé a que se levantara. Consiguió ponerse
en puntilla tan solo tres segundos- Bien pequeña. ¿Ves? Tienes que
tener más confianza en ti misma. -Sonreí- ¿Quieres volver a
intentarlo? -Ella asintió- Bien. Espera un momento, voy a indicarles
a las demás lo que deben hacer y me pongo contigo. ¿Está bien?
Era
una niña realmente tierna. Cabello negro, ojos azules, mejillas
coloradas y regordetas. Sin duda era una niña hermosa. Indiqué los
pasos que tenían que hacer las pequeñas bailarinas y como siempre,
les dije que si no sabían hacerlo, tenían que avisarme y les
ayudaría.
-¿Como
te llamas pequeña? -Pregunté a la niña de antes-
-Paula.
-Bien
Paula. ¿Te apetece probarlo por ti sola o quieres que te ayude?
-Me
puedes ayudar? -Preguntó la pequeña mirando hacia el suelo-
-Claro.
La
clase se pasó volando. Conseguí que Paula se retuviera en puntilla.
Estaba feliz. Esto era lo que realmente me gustaba y no eso de estar
amargada haciendo contratos y mirando lo que necesitaba el hotel.
Después de acabar con la clase, recogí todo y entré en el
vestidor, me duché, me cambié y me maquillé levemente. Cuando salí
de los vestuarios, me encontré con la pequeña Paula sentada en una
silla. Sonreí al verla.
-Hola
Paula. -Ella me miró- ¿Como estás? -No contestó y arrugué las
cejas- No hablas mucho ¿Verdad? -Negó con la cabeza- Bueno. ¿Puedo
hablar yo contigo? -Ella levantó sus hombros- ¿Sabes? Tengo la
esperanza de que algún día llegarás a ser una excelente bailarina.
-Ella solo negó la cabeza- ¿Porque no?
-Yo
no se. -Dijo-
-Cariño.
-Me puse en frente de ella- Yo a tu edad tampoco sabía, era una
patosa y a mi me costó ponerme mucho de puntilla. ¿Pero sabes que?
Con esfuerzo y con ganas logré ponerme. Si no, mirate tu. En un día
has conseguido ponerte de puntilla. Eso es genial ¿Verdad? -Ella
asintió- ¿Quieres que te enseñe una cosita? Realmente, no suelo
hacerlo, pero por ti, lo haré. -Ella asintió reiteradas veces-
Me
puse de pie. Sabía que llevaba las Vans y que con ellas me costaría
un montón ponerme de puntilla, pero tenía que intentarlo. Tras tres
intentos, conseguí ponerme de puntilla y cruzar los pies. Paula me
miraba embobada.
-¿Sabes
una cosa? Cuesta mucho ponerse de puntilla con unos zapatos así si
no están especializados, pero, con esfuerzo y ganas, un día logre
ponerme y mira, tu misma has visto que he podido después de
intentarlo. -Asintió con su cabeza- Eso es lo que tienes que hacer
tu, intentarlo, no darte por vencida. Si algo no te sale, díselo a
tu profesora, para eso esta ¿De acuerdo? -Ella volvió a asentir-
-Paula,
nos vamos. -Dijo una mujer detrás de mi-
Vi
que Paula me miró con algo de miedo y agarró la mano de su madre,
que la sacó casi a rastras. Pobre niña.
-Veo
que se te da bien enseñar a las niñas.
Esa
voz. Me giré y allí estaba. Maldito chico sexy. Así quería que
fuera su amiga?
@MiriamGarrido_