Doce,
catorce, veinte... no recuerdo los besos que nos habíamos dado
durante la noche, pero lo que si sabía era que esto no acababa aquí.
Después de un par de copas y un par de bailes, decidimos volver a
casa. Álvaro me acompañó hasta la puerta de casa, me despedí de
él, dándole un último beso en los labios. Cuando me dispuse a ir,
me agarró de la muñeca, atrayéndome hacia él y volviéndome a
besar.
Creo
que perdí los papeles en ese mismo momento, ya que con dificultad
saqué las llaves de casa. No se como logré abrir la puerta y
cerrarla sin hacer ruido. Dejé las llaves encima de la mesa que se
encontraba en el recibidor. Agarré la mano de Álvaro y le guié
hasta la planta de arriba. Volvió a besarme, recorrió mi cuerpo con
sus manos y las dejó en mi culo, apretándome contra él. Abrió la
puerta de mi habitación e inmediatamente me deshice de mi bolso,
igual que de mis tacones. Di un pequeño salto y rodeé sus caderas
con mis piernas, saqué a duras penas la chaqueta que él llevaba,
mientras se entretenía en morder y chupar mi cuello.
-Esto
esta mal -Susurré-
-Vive
el momento.
Solté
un pequeño gruñido cuando mordió mi lóbulo. Una de sus manos se
encontraba en mi muslo, mientras que la otra, me agarraba con fuerza.
Paseaba libremente su mano, hasta meterla por debajo del corto
vestido. Lo subió con delicadeza y volvió a poner sus manos en mi
culo. Me apartó de la pared y caminó hasta mi cama. Me solté
lentamente y me apoyé en el piso. Separamos nuestros labios, y
podría decir, que nuestras miradas se encontraron, pero, estaba
oscuro. Desabroché su camisa con ansiedad, la lancé al otro lado de
la habitación e inmediatamente fui capturada por sus labios, otra
vez. No me cansaba de besarlo, no me cansaba ni me cansaría nunca.
Desabrochó el cierre de mi vestido lentamente y lo dejó caer.
-Ese
culot me vuelven loco. -Dijo en mi boca-
-Me
alegra.
Empujé
a Álvaro hacia la cama y me senté encima de él, desabroché el
cinturón igual que los botones de su pantalón. Apoyé mis manos en
su abdomen y fui subiéndolas hasta su pecho y escondiéndolas en su
pelo. Me agaché, devorando su boca de nuevo. Nuestras lenguas
peleaban, nuestras manos recorrían nuestros cuerpos con total
libertad. Álvaro dio la vuelta, dejándome a mi debajo de él, se
sacó los pantalones, mientras yo aproveché en ponerme en el centro
de la cama.
Sabía
que el alcohol había bajado hacía horas, sabía que a la mañana
siguiente me arrepentiría, sabía que esto lo hacía porque yo le
deseaba.
Se
estiró encima mío, apoyando todo su peso en los codos, que se
encontraban a cada lado de mi cabeza. Me moví, chocando mis caderas
con las suyas. Él soltó un gemido y me miró. Volví a hacerlo,
causando esta vez, un gemido por parte de los dos. Álvaro volvió a
besarme, mientras con cuidado, se embestía contra mi. Ni siquiera me
di cuenta de que él había conseguido sacarme mi sujetador.
Ambos
nos sacamos las prendas que nos quedaban. Mordí su labio inferior,
para darle un aviso, de que podía hacerlo.
-Mierda
B, no traje condón.
-No
te preocupes. -Le miré- Tomo las anticonceptivas... ya sabes, para
la regulación de la regla.
Él
asintió y poco a poco, fue entrando en mi. Sinceramente, me había
asustado al ver su miembro. Era demasiado grande y estaba segura de
que, dolería. Siempre había pensado que mi primera vez tendría que
ser especial y inolvidable. Estaba segura, que nunca la olvidaría.
Empezó
a embestir con cuidado. Mis dedos estaban enredados en su pelo,
mientras que nuestras bocas estaban entretenidas besándose.
-Estas
tan estrecha. -Murmuró-
-Solo...
ve despacio, por favor.
Él
asintió y con cuidado, empezó a embestir nuevamente. Tan solo
sentía una pequeña molestia. Según Emma, la primera vez, dolía
mucho, demasiado. Esto era lo que ella consideraba dolor?
-Embiste...
más rápido. -Susurré como pude en su oreja-
Sabía
que mis padres y mi hermano estaban en casa, sabía que no debía de
hacerlo, pero en esos momentos, no podía controlarme. Le pedía a
Álvaro que no dejase de besarme, que por nada del mundo, dejase de
besarme.
Un
calor se apoderó de mi, sentía todo mi cuerpo arder. Levanté
inconscientemente mis caderas y mis uñas se enterraron en la espalda
de Álvaro. Ambos, soltamos un gruñido y él se dejó caer con
cuidado encima de mi. Seguía dentro de mi y se sentía tan bien.
-Voy
a... voy a salir.
Asentí
levemente y él se tumbó a mi lado. Le miré de reojo, la habitación
ya no estaba tan oscura, el sol empezaba a salir y con ello podía
ver los pequeños rasgos de su cara. Era hermoso. Pasé con cuidado,
mis dedos sobre su pelo, que contenían una pequeña capa de sudor. Y
por un momento, recordé que debía de poner el seguro en la puerta
de la habitación, si no quería que nos encontraran. Me iba a
levantar, cuando Álvaro me tiró encima de él.
-Tan
horrible lo he echo que te quieres escapar? -Levantó una ceja-
-Lo
has echo de maravilla, y no me iba a escapar. Solo, que tengo que
echar el cierre a la habitación, si no quieres que mi padre o mi
madre entren y nos pillen así. Sería realmente vergonzoso.
-Un
poco si, a decir verdad.
Soltó
mis caderas, cogí su camisa y me la puse, abrochando solo un par de
botones. Me dirigí a la puerta y cerré con pestillo. Vi que se
había levantado para ponerse sus calzoncillos. Mordí levemente mi
labio inferior. Álvaro se percató de que le estaba mirando y
sonrió.
-Ven
aquí, anda. -Palmeó el lado vacío de la cama-
Corriendo,
como una niña pequeña, me lancé a su lado y besé sus labios. Se
sentía tan bien.
-Deberíamos
dormir un rato. -Dijo mientras agarraba la sabana para taparse-
-Seguro
que quieres dormir? -Le miré con una sonrisa pícara-
-Que
tienes en mente?
-Que
te parece... si tal vez...
Me
senté a horcajadas encima de él, y me moví lentamente. Soltó un
pequeño gemido y colocó sus manos en mis caderas.
-Vas
a ser mi pequeña adicta al sexo.
-Eso
no lo vas a saber -Dije mientras mordía su labio inferior-
-Se
que si. Voy a llevarte por el mal camino, nena.
Solté
un pequeño grito, cuando Álvaro se levantó de la cama, para
sentarse en el suelo, quedando yo, a horcajadas nuevamente.
-Mmm,
dime que esto no es una fantasía sexual que yo, voy a tener el
placer de hacerla realidad.
-Nope,
pero si que me encantaría que me hicieras realidad una.
-Donde?
-Levanté una ceja-
-En
un probador.
-Eres
un pervertido -Le pegué en el hombro-
-Lo
se, nena.
Vas
a tener que acostumbrarte a ello.
Asentí
como una niña. Sus labios volvieron a los míos, sus manos recorrían
mi cuerpo, desabrochando nuevamente su camisa.
*
-Álvaro,
puedo hacerte una pregunta? -Dije, una vez habíamos acabado en la
cama-
-Dime.
-A
que te referías con que me tendré que acostumbrarme a ello?
-Yo...
me refería a... -Se quedó callado-
-A
caso... quieres repetir? -Le miré a los ojos. La claridad empezó a
colarse por las ventanas, hacía ya una hora atrás-
-Se
que esto está mal, ambos tenemos pareja y se que las amamos pero...
tus labios, tus besos... tu. No sabes, no tienes idea de cuanto te
necesito a mi lado.
-Entonces...
-Quiero
que sigamos con estos encuentros.
Volvió
a besarme.
*
-Vamos,
despierta marmota -Dije mientras le daba un par de besos a los
labios-
-No
sabes cuanto echaré de menos estos despertares. -Hizo un puchero-
-Quedate
aquí. No te vayas.
-Ya
me gustaría quedarme -Rodeó mi cadera y me apretó junto a él-
pero tengo cosas que hacer, a parte que, estaremos aquí dentro de
poco.
-Lo
sé -Le besé-
-Tienes
el maquillaje todo corrido. -Pasó su dedo por debajo de mi ojo-
Puedo sacarte el maquillaje?
-Sabrás
hacerlo? -Levanté una ceja-
-Claro
que si, traeme algo y lo hago.
Me
levanté con pereza, volviendo a ponerme su camisa. Fui hasta el baño
y cogí el paquete de toallitas demsaquillantes y volví hacia la
cama. Álvaro se levantó y vino hasta mi.
-Sabes
una cosa? -Negué con la cabeza- mi camisa te queda mejor a ti que a
mi.
-Quieres
decir? -Solté una risita- Anda, té.
Le
entregué el paquete y me senté encima de mi escritorio. Álvaro
sacó una toallita y con cuidado la pasó por mi labio inferior,
sacándome los restos de pintalabios. No dejé de mirarlo en ningún
momento. Él mordía su lengua, haciéndome entender que estaba
concentrado en lo que estaba haciendo. Coloqué mis manos en sus
caderas y él dio un pequeño salto. Solté una pequeña carcajada y
él besó mi nariz. Cerré los ojos, cuando pasó con cuidado la
servilleta.
-Me
gustas más sin maquillaje, lo sabías?
-No,
no lo sabía. -Sonreí como una tonta- Enserio?
-Enserio.
Eres hermosa así, a lo natural.
Solo
me sonrojé. Álvaro dejo la servilleta encima de la mesa. Lo apreté,
para juntarlo más a mi.
-Estás
muy calentita, no?
-Eso
es lo que tu me provocas -Susurré en sus labios-
Empezó
a besar mi cuello y a retirar lentamente la camisa, otra vez.
*
-Voy
a la ducha. -Dije mientras bajaba del escritorio-
-Quieres
que vaya contigo? -Levantó una ceja-
-Acabamos
de hacerlo, y ya quieres volver? A caso no te agotas?
-Cuando
se trata de ti, no.
-Eres
un pervertido -Besé sus labios-
@MiriamGarrido_